viernes, 9 de octubre de 2009

2.2. Los Leones. (4ª parte)

Tiempo suficiente para que yo definitivamente decidiese armarme de valor para contar al resto de compañeros de fuga que yo no me escaparía… que no sabia como ir a mi casa. Se que iba a parecerles poco merecedor de pertenecer al grupo, pero no podía seguir ocultándoles mi realidad y con ello poner en peligro el éxito de la fuga.

Seguí y seguí dándole vueltas en mi cabeza a como se lo contaría a los demás, mientras una de las veces una cuidadora y tiempo después una monja hacían una ronda por entre los pasillos que formaban las camas en la gran habitación.

Ya había transcurrido tiempo suficiente como para que los ojos estuvieran a punto de jugarme una mala pasada y terminaran por cerrarse, cuando desde la cama de Vidal oí que nos convocaba:

- ¡Eh! ¿Estáis despiertos…?

Acabe por abrir bien los ojos e incorporarme en mi cama, para caminando agachado como para ser menos visto si es que alguien pudiera verme y a tientas con cuidado de no tropezar para no hacer ruido, llegue hasta la cama de Vidal. No pude esperarme ni un segundo más.

- Vidal… yo no me escapo… - dije en voz baja y temeroso de la respuesta que pudiera recibir.
- Martin ¿Cómo que no te escapas?
- Es que no se ir a mi casa – me excuse – no se cual es el tranvía que tengo que coger y no se donde tengo que bajarme.
- Bueno… pues te vienes conmigo.
- No yo si me escapo es para irme a mi casa
- Está bien pues quédate si quieres, pero no tienes que decir nada a las monjas cuando mañana vean que nos hemos escapado.
- Vale. No os preocupéis que yo no diré nada aunque me peguen.

Con mi última frase, Vidal dio por zanjado el asunto. Si de algo estaba él seguro era de mi resistencia al castigo y de mi amor propio, lo había podido comprobar ya en varias ocasiones.

- Los demás… ¿os habéis puesto la ropa?
- Si – se oyó como si de un coro con silenciador se tratase.
- Pues vámonos…
- ¡Suerte! - les dije a la vez que me abrazaba Vidal

Los vi marchar desde donde estaba. Cuando salieron de la habitación y al perderlos de vista, volví despacio hacia mi cama. Ahora si que no podía dormirme pensando en la suerte que correrían mis amigos, en que pasaría cuando, por la mañana, las monjas se percatasen de los escapados y en tantas cosas…¿No me había ido porque de verdad no sabia llegar a mi casa o por miedo a que se enterase mi padre de que me había escapado…? Eran tantas las dudas que me asaltaban que al final las emociones y el cansancio pudieron conmigo. Me quede dormido.

- ¡Viva Jesús!¡Viva Jesús!... Venga arriba todo el mundo…

Las cuidadoras y un par de monjitas que golpeaban sus manos a la vez que gritaban el “Viva Jesús” por entre los pasillos de camas, hicieron que me despertase sobresaltado, poniéndome de pie al lado de mi cama como un resorte. ¡El momento había llegado! ¿Lo descubrirían?¿Sospecharían de mi?. Desde luego que, no como una mañana mas, yo estaba listo para ir a las duchas.

Fue rápido. Al ver camas si nadie al lado surgieron las primeras preguntas:

- ¿Dónde esta Vidal?
- Sor… ¡faltan más niños…!

Ahora el desasosiego no era mío solamente. Una de las monjas salió rápidamente al pasillo por el que se accedía a la habitación y toco la campana que había colgada en una de las paredes.

En pocos minutos después del toque de campana, apareció el instructor de falange que dormía en la planta de arriba y un sinfín de cuidadoras y monjas. El revuelo había comenzado. Esa mañana, con el follón montado, parece que se habían olvidado de las duchas. Seguíamos allí de pie, cada uno al lado de su cama, todos con cara de sorpresa y sin entender bien que pasaba. Todos menos uno que por dentro lo único que ahora pensaba era si su cara delataría el estar al corriente de la causa de tanto alboroto.

- ¡Otra vez Vidal! Esta vez con dos mas… - Era la madre superiora que nombraba a los prófugos y se ponía al frente de la situación – Hay que llamar a la policía y ponerse en contacto con sus casas para informar a los padres y que nos avisen si aparecen por allí…

Camino por entre las camas con cara de preocupación y seguida por una corte de monjas y cuidadoras, mirándonos con cara amenazante.

- Si algún niño sabe algo o les oyó hablar de escaparse o de donde iban a ir… ya esta diciéndolo. ¡Es por su bien! Por el de los que se han escapado para que no les pase nada y los cojan cuanto antes y porque como cuando les cojan… ¡que les cogerán! – dijo la madre superiora con cierto tono de regocijo - …Cuando los cojan y confiesen que algún otro niño lo sabía… ¡Como no diga ahora lo que sabe… se va a enterar de lo que es bueno…!

Con tanta tensión en el ambiente parecía que mi cuerpo empezaba a abandonarme, de tal forma que al oír la ultima amenaza de la superiora, me recorrió un escalofrío de arriba a bajo sin poder controlarlo. Yo seguía en silencio como si conmigo no fuera la cosa.

Bajamos al comedor para desayunar y en aquel revuelo de idas y vueltas más ajetreado de lo normal pude escuchar a una de las cuidadoras que las monjas ya habían mandado a la policía a casa de los fugados para que informaran a sus familias. Después del desayuno fuimos a misa y seguimos con la rutina diaria.

Fue a la tarde de ese primer día cuando nos dijeron que habían cogido al primero de los fugados, el segundo apareció la mañana siguiente de la mano de su madre; llorando pero con menúdo bocadillo entre las manos…

Habían pasado dos días y solo Vidal seguía en busca y captura. Era nuestro héroe, los compañeros empezábamos a comentar que lo había conseguido, que ya no volvería al interno. ¡Que suerte!

Cuando mas confiados estábamos en no tener a Vidal por el interno y en medio de una tabla de gimnasia de por la mañana:

- ¡Firmes! – grito de repente el instructor - ¡A cubrirse! ¡Firmes! ¡Media vuelta!

Todas esas voces de mando para colocarnos de cara al espectáculo: ¡Vidal!. Por la parte lateral del patio central venia Vidal escoltado otra vez por dos policías, esta vez sin bocadillo ni refresco y caminando al ritmo de las collejas que uno de los policías le iba propinando mientras le gritaba:

- ¡Que sea la última vez! Porque como te vuelva a coger no te traemos al colegio, vas a la cárcel de cabeza…

Vidal aguantaba el aluvión de cachetes, buscándonos con la vista a los colegas y esbozando una media sonrisa de vencedor… vencido.

No tardaron en aparecer en el patio la superiora con un grupo de monjas a recoger lo que habían perdido y en asomarse por las ventanas que daban al patio todas las cuidadoras y monjas que seguían dentro del edificio principal.

- ¡Vamos… vamos, vamos! – decía una y otra vez la superiora llevándose las manos a la cabeza.
- Tenga madre – dijo uno de los policías mientras pasaba de su mano a la de la superiora el brazo de Vidal – Estaba en casa de otro niño vecino suyo, cerca de su casa, se acabo enterando la madre del muchacho por sus vecinas y nos aviso…

Nunca supe lo que en aquellos momentos podía pasar por la cabeza de Vidal, en la mía se refugio para siempre un sentimiento hacia el mezcla de admiración y pena. Admiración a su valentía y capacidad de aguante y pena porque no entendía bien que razón había para que no le quisieran en su casa.

Al irse los policías, recibió una buena tunda de manos del instructor a requerimiento de la superiora. Mientras recibía los golpes, oía como también la superiora añadía como castigo ejemplarizante el rezo del rosario por las tardes en cuclillas y con los brazos en cruz. Desde el principio del rosario hasta el final, tiempo aquel en el que alguna tarde le hicimos compañía mas de uno por estar jugando o hablando en lugar de estar atentos al “Mater intemerata, ora pro nobis”. De cine los domingos… ni hablamos.

Hablando de los domingos y de la visita antes del cine, en aquellos días había algo que yo temía más que a un nublado: la visita de mi padre con su amigo Paco. Domingos en los que cuando ya habían entrado los familiares y ya estaban todos con sus niños sentados, esparcidos por el patio central y el trozo de jardín que había detrás de la escultura del león y el mástil de la bandera, sacando los bocadillos, la fruta y algún que otro tebeo del Capitán Trueno… aprecia mi padre con su amigo Paco con mas vino encima que una cuba.

Yo no sabia que hacer ni donde meterme cuando los veía aparecer con sus estruendosas voces y risas. Lo que si sabia es que ese domingo, ni bocadillo ni nada y lo peor cuando se marchase la visita…

Mi padre tenia la costumbre de sacarme, sin pedir permiso a las monjas, al bar que había en la parada de tranvías frente a la entrada del colegio. Asi su amigo Paco controlaba la moto vespa en la que habían venido desde San Blas, que solía dejar aparcada junto al kiosco. Los dos seguían bebiendo tintos entre los gritos del resto de parroquianos y sobre un mar de servilletas grasientas y arrugadas que cubrían el suelo y para mi una Fanta de naranja con unos cacahuetes y una somanta de tortas que recibía de la monja que estaba responsable de las visitas ese domingo, por haber salido sin permiso.

Si acaso algún domingo se compensaba tanto calvario con el error de mi padre al despedirse. El estado en el que iba a verme era tal que a veces no distinguía entre las monedas que sacaba del bolsillo y para sorpresa mía podía llegar a poner en mi mano alguna moneda de un duro.

- Toma para que te compres un chupa-chups y que te curen esas costras. – me decía, señalando hacia la costra de las heridas que siempre tenia en las rodillas consecuencia de la tabla de gimnasia, de caídas jugando o peleando en el patio.

Esta era la conversación mas larga que llegaba a tener conmigo algún domingo, eso si del pellizco en el moflete no me salvaba ni Dios. La intensidad del pellizco era directamente proporcional al nivel de alcohol que llevaba encima ese día y eran dos pellizcos: uno con el beso al llegar y otro en la despedida.



(Continuara...)

6 comentarios:

  1. Muy buena la escapada,pero las consecuencias fueron chungas de menuda se libro el Martinillo por parte doble una por las buenisimas monjitas y otra por el Sera, que penita.
    Os acordais lo que daban de si los centimos de peseta no como los de los euros.
    Me alegro de que no te escapases, sigue asi que estamos muy enganchados, y ya no solo la familia sino no sabemos quien, el que lo vea que se manifieste y nos diga si le gusta queremos saber su opinion. Venga besitos a todos .CONCHI

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  2. Espero que continue pronto, porque este serial me tiene realmente enganchada. Un beso fuerte

    Elena

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  3. Hola elenita que ilu verte. Cuentanos lo del argentino del curro estoy impaciente. Muchos besitos y animo con la enganchada hasta pronto y dime si recibes correos mios conchi

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  4. bueno, que la experiencia es un grado esta claro, cuanto mas escribes mejor lo haces, muy bueno, muy bueno
    yo creí que el que se iba a rajar era el Vidal, porque la experiencia que yo tengo es que el mas valiente o esta pirao o es "confidente de la policía” por lo menos ya sabemos que no eres ni una cosa ni otra
    un abrazo
    je su lin

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  5. Como ves Martin, la gente esperamos la siguientre entrega como agua de mayo, ya sabia yo que tú no te escapabas, 1º porque es verdad que no sabias donde estabas, a mi me pasaba que desde el cuarto de donde yo estaba en Vallecas, veia el cementerio del Este y cuando estaba en San Blas, veia el cementerio del Este y yo decia, si lo veo desde los dos sitios tiene que estar muy cerca mi casa, pero luego decia, no puede ser, si tardamos muchisimo el metro el autobus, etc, que pena... y 2º como ya te dije estaba el Sera, ¿te habria devuelto calentito?,¿te habria vuelto a dar nunca más un duro? o quizá ¿dejaria de ir a verte con su amigo Paco y la vespa?. La verdad, nos has dejado con las ganas de saberlo, al rajarte. Un besazo guapo.

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  6. Muy bueno Martín,ya sabía yo que tu eras listo desde pequeño,para que te ibas a pirar si no sabias ir a casa y si hubieras sabido ya imaginabas tu lo que te esperaba alli y encima luego la vuelta con las jodias monjitas de los huevos,casi nada.Total que sigo enganchada.
    Conchi me manifiesto: esto es emocionante en muchos sentidos,por las vivencias que recuerda que nos hace saber y conocer lo que los nuestros han pasado en esta vida y como era la misma en ese entonces,por lo bien que escribe el jodío que parece estuviera leyendo un libro en toda regla que te deja con la miel en los labios y quieres seguir pasando paginas para ver que mas sucede y por las sensaciones que se tienen de lo que han sufrido los tuyos y JODER QUE CUERDOS ESTAN TODOS COÑO(JAJAJAJA)O ESO PARECE.
    Bueno dejando los leones 4ªparte a un lado y esperando ansiosa el siguiente capitulo, quiero mandar a todos besitos y saludos y decir que estoy muy contenta con lo del blog porque aunque no hablemos por el movil, mantenemos este contacto que nos viene muy bien

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