sábado, 29 de agosto de 2009

San Blas, de protección oficial. (2ª PARTE)


La pobreza se paseaba sin recato por los rincones del mayor núcleo obrero de España. De esa España victoriosa de la espiga de trigo, el yugo y las flechas, donde lo único que se repartía era pobreza y auxilio social a los desarraigados que con lo único que contaban era con sus manos, su hambre, su frio y sus miserias.

En nuestra calle los bloques eran de tres alturas. Sótano bajo tierra, el bajo a ras de calle, primero, segundo y tercero. En cada piso dos puertas: izquierda y derecha, unidas por la escalera de barrotes abierta a la calle con unas terrazas de paso donde las mujeres agolpaban macetas, unas en el suelo y otras colgando de la barandilla apoyabrazos. Mayoritariamente eran geranios. Tal vez porque no había donde elegir o tal vez porque es una planta muy parecida a quienes la regaban: duras, necesitan poco cuidado y se multiplican fácilmente. El objetivo además de engalanar las terrazas, era que desde abajo, al pasar la gente por la calle y mirar para arriba, no las vieran nada… Pobres si, pero decentes.

En nuestros dos sótanos, durante mucho tiempo vacios, vivieron ratas del tamaño de conejos. Al tiempo, el izquierdo fue una imprenta que cuando ponía las maquinas en marcha, el ruido, se dejaban sentir en las estructuras del bloque con la misma intensidad que las guapas hijas que tenia el dueño de la imprenta se dejaban sentir en los sueños de los que tantas tardes, sentados en el bajo, jugando, esperábamos verlas entrar y salir del negocio paterno. El sótano de la derecha acabo siendo almacén de zapatos de la zapatería que hubo en el pasadizo del Sr. Fermín, el viejo dueño del carrito de pipas y tabaco suelto cuyo punto de venta estaba en el citado pasadizo y su casa en el bajo derecha del ultimo portal de nuestra calle.

En el bajo izquierda Paloma y Tomas un joven matrimonio con dos niños pequeños. En el bajo derecha un anciano matrimonio el Sr. Julio, enfermo jubilado de correos y la Sra. María, mártir de la vida. Vivian solos con visitas esporádicas de su hijo. En el primero izquierda, encima de Paloma y Tomas, nosotros. La abuela Pascuala sacada de El Campillo de la Jara en misión de emergencia con el viudo Serafín y sus cinco hijos. De vecinos de terraza y de geranios, en el primero derecha la familia mas numerosa del bloque con el Sr. Manuel y la Sra. Gumersinda (La Gumer para los vecinos y amigos), recién llegados de un pueblecito de Cuenca. Recuerdo cuanto les molestaba y lo mucho que se enfadaban cuando alguien les llamaba por su apodo: “los paletos”. En el segundo izquierda “el fontanero” su señora e hija. En el segundo derecha el Sr. Ángel, cobrador de Santa Lucia (en aquel entonces y entre tanto paria, un puesto de mucho postín), con la Sr. Encarna y sus dos hijas “bien” y sus dos hijos: Ángel e Isidro, el ultimo de mi edad y el primero un par de años mayor. Finalmente en el tercero, a la izquierda “el limpia” (cuando no estaba borracho se ganaba la vida de limpiabotas y vendiendo lotería) con la Sra. Isabel, otra mártir de la vida, sacrificada a mayor gloria de su marido y su prole incluido Bernardo, uno de sus yernos, autoridad donde la haya en el toque del pandero en Navidad. Se enteraba toda la escalera cuando subía Bernardo, como se enteraba toda la calle cuando llegaba a altas horas de la noche una de sus hijas en taxi. En taxi que no solo no pagaba, sino que además era inexorablemente acusado de haber intentado aprovecharse de ella; motivo suficiente para montarle el pollo a voz en grito y no pagarle la carrera. La del taxi. Por supuesto que todo el mundo que escuchaba las broncas, sabía que no había pasado nada y sobre todo si conocías de cerca a esta hija de la Sra. Isabel, a la que Dios precisamente no estuvo muy generoso cuando repartió la belleza y la feminidad. En el tercero derecha gente de bien, discreta y elegante para lo que circulaba por el Gran San Blas. Matrimonio y cuatro hijos. Tres hijas y Víctor, el que mayor puntería demostraba cazando pájaros en el “Paraíso” (enorme mezcla de campo y parque ajardinado que unía San Blas con Simancas) o en la “Montaña del Diablo”, descampado junto al depósito de agua del canal de Isabel II que había a la entrada del barrio y donde se ubicaba una estación eléctrica sobre un montículo de tierra. Situada al final o principio, no recuerdo la numeración, de la calle Pobladura del Valle. Por cierto que los chavales tenían dos tareas que aunque no estaban escritas ni ordenadas por nadie mas que por la necesidad y la escasez de recursos, se practicaban día si y día también. Una era recoger, como ya he contado, los tablones de las obras para hacer astillas con que alimentar las cocinas de carbón y la otra cazar pájaros para después de pelarlos, freírlos y mas tarde comerse hasta los huesos. En aquella época era delicatesen, plato demandado en muchos bares y casas de comida de ese Madrid de inmigrantes: pajaritos fritos.

Volviendo al tema. En el primero izquierda cohabitábamos además de mi abuela Pascuala y mi padre el resto del equipo, compuesto por orden de edad de:

José María, el mayor de los cinco, que ya despuntaba como un chico listo. No en vano estuvo en el seminario, donde por entonces muchos padres querían meter a sus hijos por aquello de que era de lo mejor y lo poco que había para recibir una buena formación y encima era gratis. ¡Ah! Y que no había nada mejor visto que tener un hijo cura. En aquellos días hacia furor lo de “Acción Católica”. A diferencia de mi primo Jesusin, el de mi tía María y mi tío Mariano, que termino el seminario para acabar siendo nombrado sacerdote; a mi hermano también desde el principio le iba mas lo terrenal que lo divino por lo que dejo atrás el seminario, para ser el primero con trece años en dejar de ocuparse de el para contribuir a la economía de todos. De sumar esfuerzos a las obras y chapuzas de mi padre para generar ingresos. Sin posibilidad de elección, empezó atrabajar para terceros incluso antes de que le llevaran al seminario, siendo un crio costeaba las clases particulares que la maestra del pueblo le impartía, a cambio de repartir los avisos de telegramas o llamadas telefónicas que llegaban a la centralita del pueblo regentada por la maestra..

Elena fue vestida de negro por la abuela, cuando solo contaba con doce años y acto seguido la asignaron el papel de “mujer de la casa”. Rápido tuvo que aprender a pensar en los demás, mas de lo que ya pensaba, que no era poco. Aprender las tareas de la casa y el cuidado de todos. Aprender a cocinar, a coser, a fregar, a comprar… a ejercer de madre cuando todavía era una niña. Aprendía de todo, pero a nadie le importaba que ella no supiese leer, ni escribir ni como se decía entonces de números. En aquel momento dejaba de ser una niña para ser una adulta sin tener edad para ello. Empezó a hacer frente a la vida sin mas aprendizaje ni ayuda que ella misma, con su capacidad de sufrimiento y encaje, con un coraje y un a capacidad de entrega mas propio de titanes que de humanos. Merecedora de la entonces popular “Operación Plus Ultra” con la que premiaban ejemplos de sacrificio y entrega a los demás, de “niños ejemplares”, y a la que nadie se acordó ni de proponerla como candidata. Todo empuje, siempre con una sonrisa, sin ninguna pega que poner ni una sola queja de nada, se convirtió en la clave de nuestro futuro.

Bienvenida, también fue vestida de negro y quitada de en medio con diez años. Se la interno. Los próximos años seria instruida y alimentada por las “Hermanas de la caridad”. Digo alimentada por decir algo. Realmente lo que hacían las hermanas era engañar a tu estomago y rezar. Rezar por ellas mismas y por los suyos… En cuanto a lo de instruir, eso es lo que decían. La verdad la conocías después, cuando salías al mundo exterior y podías darte cuenta que mas allá de las cuatro reglas no te habían enseñado nada que no fuese a dejar pasar el tiempo. Tiempos perdidos. Salió del internado pensando que ella era una “señorita”, que eso seguro que si fue trabajo concienzudo de las monjitas, y tardo algún tiempo en volver a la realidad y darse cuenta que era una más. Una más en la casa del albañil. Una más en este valle de lágrimas. A partir de ahí paso a ser para siempre, inseparable cincuenta por ciento de Elena. El tándem perfecto. La indisoluble unión. Hombro con hombro, corazón con corazón. Tanto monta monta tanto. Confesora de lo poco que confesaba Elena y su apoyo permanente y cercano.

Martin, otro que se quitan de en medio. A la tierna edad de cinco años se le deposita en un almacén franquista de niños. El Hogar Azul, en plena ciudad lineal. No lejos de casa. A no se cuantas paradas del tranvía setenta: Chamartín – San Blas. Pero para aquel mocoso, recién llegado a Madrid, aquello estaba en el otro confín de la tierra. También las hermanitas de la caridad le darían cobijo, los monitores de falange desfiles y Caras al Sol con gimnasia todas las mañanas, y el frio del invierno unos sabañones que picaban como solo el que los ha tenido sabe. Todo esto aliñado con una ducha al levantarse, misa y mas tortas y palos que los que se podían soportar. ¡Ah! Y por las tardes el rosario. Como para no acabar esquizofrénico… Amén Jesús.

Jesús, mi hermano, con a penas dos añitos sin quererlo ni buscarlo firmo como gladiador de la vida. Empezó su lucha a tan temprana edad contra la poliomielitis y la polio le pudo. Le pudo de momento, no dejándole ponerse de pie, …de momento. En los brazos de Elena en un continuo ir y venir de autobuses y con el apoyo de los Hermanos de San Juan de Dios, en el hospital que estos tenían en el Paseo de la Habana, libró durante años un sinfín de batallas. Sangrientas batallas. Dolorosas batallas que, tras la enesima, le permitieron ponerse de pie, caminar y seguir luchando en la vida. Otro valiente, curtido y sin ningún miedo a afrontar retos, a empezar de cero las veces que haga falta. Siempre he pensado que su fortaleza le vino dada después de superar tantas operaciones, su capacidad de entrega a los demás de la entrega que seguro vio en los Hermanos de San Juan de Dios (estos si que al servicio del pobre y con el pobre), y convencido que de Elena también esa capacidad de entrega abnegada, mezclada con espíritu de sacrifico y de superación. Aquello de “…al mal tiempo buena cara…” y tirar para delante cueste lo que cueste.

Serafín, joven albañil con cinco hijos, viudo y con su suegra en casa. No tardo nada en alternar el trabajo en las obras con tardes de recorrerse todos los bares del barrio, que no eran pocos, los días de diario y fiestas de guardar. Bueno las fiestas de guardar y los sábados había que ir a buscarle para que hiciera una pausa en su particular viacrucis y subiese a comer. Después de la siesta, los domingos, hacia un ultimo tour; no se si para afrontar mejor el lunes que estaba al caer.

No quisiera dejar de mencionar a una parte de la familia que pese a no estar en San Blas como nosotros, si llevaban un camino parejo al nuestro. Mis primos hermanos, los hijos de Martin Paredes. El hermano de mi madre, por el que yo llevo el nombre de Martin. Beatriz, Julián y Florilla (para los que la queremos siempre será Florilla y si a caso cuando la tienes delante por aquello de que es una mujerona: alta, morena y guapa la llamamos Flora. Por eso y porque en cualquier momento te suelta un ¡Me cago en Dios! que impresiona…), habían dado el salto de El Campillo de la Jara a Orcasitas. Otros luchadores, supervivientes a tantísimo sacrificio y a la falta de lo mínimo indispensable. Huérfanos de padre y de oportunidades, que como nosotros, saldrían reforzados e inmunes a la adversidad.

El resto de familia se quedo en Campillo o en Talavera de la Reina.

6 comentarios:

  1. Martin, tengo que decirte que me encanta, me encanta como escribes, no puedes dejar de hacerlo, es muy bonito, esto es para publicar, que sepas que yo que me se la historia ya estoy esperando el próximo capitulo, imagínate el que se encuentra con la historia por primera vez.
    Un beso grande.

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  2. Enhorabuena tío, creo que cada vez que escribes te vas superando, este capitulo me ha encantado, no solo por la historieta si no que ya vas ejerciendo de escritor y te vas adornando de puta madre,lo de los geranios “una planta muy parecida a quienes la regaban: duras, necesitan poco cuidado y se multiplican fácilmente.” Genial
    En cuanto a mi mas genial todavía, yo que creía que lo que he hecho toda la puta vida ha sido como la niña del anuncio de la caixa “apechugar con lo que aiga” me pones “como gladiador de la vida” hostia tío esto es impagable ¿te imaginas cuando lo lean mis nietos?
    Ya estoy deseando que llegue el jueves, este o el siguiente, tomate tu tiempo, que no hay prisa y esto va de puta madre
    Je su lin
    Ah, ayer mismo llame a la flora para que lo leyera pero no he podido localizarla

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  3. por cierto, ya tengo sitio para editar el libro con las nuevas tecnologías ya no hace falta grandes tiradas, puedes imprimir los ejemplares que quieras a un precio mas que razonable
    je su lin

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  4. Que bonito escribe el negro no penseis que ha sido él, claro que se conoce la vida mejor que él. Fuera de cachondeo me parece duro pero es una etapa pasada y ahora esta bien recordar una vez pasado el tiempo, animaros y ampliar el recuerdo. Un beso para todos

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  5. Cuando comentastes que ibas a escribir un libro sobre tus memorias, o recuerdos como tu quieras, me quede un poco sorprendida , me se la historia a pedazos y casi siempre desde el punto de vista de otras personas con lo cual no siempre es lo mismo, pero se que hay bastantes capítulos muy duros y que no son fáciles de afrontar… al menos para mi no lo serian, como no lo son muchos de mis recuerdos… creo ( es mi opinión) que estas pasando de puntillas por los peores uno de ellos la muerte de tu madre, no se mucho de ese momento, posiblemente tu no te acuerdes demasiado, pero se que eso marco un antes y un después… tiene que haber en tu memoria sensaciones y sentimientos de ese momento, otro de ellos es el de tu paso por el Hogar Azul y del que solo has escrito dos lineas… , puede tambien , que tu hayas elegido hacerlo asi , es tu libro y tus recuerdos…. Tengo que decirte que me encanta lo que estas escribiendo y espero con esto enterarme bien de toda la historia

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  6. Carmen no te pierdas ni un capitulo esta pasando de puntillas de momento pero profundizará más, esto es para ir abriendo boca y dejarnos intrigados para la proxima semana. Hasta mañana atentos esperemos que nos vuelva a sorprender un beso

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