jueves, 20 de mayo de 2010

UU.LL. Cheste - Valencia (8ª parte)


El viaje de vuelta de aquellas Navidades se hizo mas corto y se empezó a institucionalizar lo del pillaje e irse sin pagar en los bares de carretera donde se hacían las paradas de descanso. Cada vez eran mas los que se atrevían a intentarlo y también empezaban a surgir las primeras quejas de los dueños a los educadores que nos acompañaban en la expedición. Quejas en voz baja, sin mucho énfasis ya que descontando las perdidas, era tal el volumen de venta que ese día realizaban como consecuencia de nuestra parada que seguía siendo muy interesante que no dejáramos de parar en su establecimiento.

Habíamos salido temprano de Madrid y llegamos a primera hora de la tarde a Cheste. Los autocares paraban en la explanada del edificio de “docentes”, pero ya nadie nos esperaba allí para acompañarnos a las residencias. Cada uno cogía su maleta y se dirigía a su colegio. Después del primer trimestre que habíamos pasado allí internos, creo que todos erramos capaces de llegar a nuestro colegio son los ojos vendados después de veinte y pocos días de vacaciones.


Por el camino, nos íbamos encontrando y agrupando con los compañeros de colegio y de residencia con los que cruzábamos saludos y las típicas preguntas de “¿Qué tal te lo has pasado?¿Te han traído muchas cosas los Reyes...?”, mezcladas a veces con quejas de resignación... “¡¡¡ Otra vez aquí...!!! ...No se si aguantare...”.


En el colegio, el mío era el TIBURÓN, si estaban esperándonos nuestros educadores, que nada mas entrar te daban la bienvenida y cruzaban saludos, preguntas y bromas con el animo de levantar la moral de aquellas caras que en el noventa y nueve por ciento, al entrar en el colegio, se notaban tristes y alicaídas.


No era mi caso, ni el de Kike, ni el de Jesús... que ya habíamos confirmado al vernos en Madrid para montar en los autocares que los Reyes nos habían traído los patines. En el camino desde la explanada del edificio de “docentes” a la llegada al colegio, ya habíamos quedado en bajar a las canchas a patinar en cuanto hiciésemos la cama y ese reencuentro con los colegas de habitación después de cercionarnos de que cada uno traíamos nuestros patines, algún paquete de tabaco y todas las ganas del mundo de pasárnoslo bien, daba como resultado una cara con una sonrisa de oreja a oreja que claramente contrastaba con las caras de resignación y circunstancia que el resto de compañeros traía.


Saludamos al educador que estaba en la entrada de los dormitorios y le preguntamos si una vez hiciéramos la cama y deshiciéramos la maleta podríamos bajar a las canchas de deporte y con una sonrisa nos dijo:


- ¡¡¡Hombre ya están aquí los madriles de la habitación 23...!!! – Era su frase de bienvenida - ...Si, si... cuando terminéis y hasta un poco antes de la hora de la cena, podéis bajar a jugar.


Tardamos nada y menos en deshacer la maleta y colgar la ropa en la taquilla. En guardar bien guardado los pequeños tesoros que traíamos de casa y que sabíamos que estaban prohibidos o muy prohibidos. Prohibidos como la comida, galletas... o mas que prohibidos como el tabaco. Bien es verdad que este ultimo articulo solo lo utilizábamos y éramos capaces de traerlo unos pocos, muy pocos.


Jesús fue el mas rápido. Termino de hacer la cama después de haber colocado la taquilla cuando Kike y yo, que no parábamos de entrar y salir de la habitación para ir a ver a amigos de otras habitaciones, no habíamos empezado a poner la sabana de abajo.


Entraron unos colegas a saludarnos y entre las risas y la euforia a Kike se le ocurrió que no podíamos esperar a bajar a las pistas para empezar a hacer nuestro primer alarde de valentía.


- ¿Encendemos un cigarrito? – propuso en voz queda y con cara de pillo Kike.


- ¡¡¡ Estas loco...!!! – le gritaron atajándole los dos amigos que acababan de entrar.


- Lo encendemos, abrimos la ventana y Jesús que ya ha terminado, vigila en la entrada de la habitación el pasillo por si viene el educador...


Yo no di tiempo a que terminara de hablar Kike. Saque de mi taquilla un cigarro que encendí, di dos caladas y se lo pase al que tenia mas cerca.


- Que los traes encendidos de casa... – me dijo Jesús en tono guasón mientras se sentaba en una de las camas de arriba que daban al pasillo, con la cabeza asomada, vigilando.


Alguien ya había abierto la ventana y el cigarro no paraba de pasar de mano en mano.


Puse la ropa de cama en la de al lado y empecé a estirar y remeter la sabana de abajo. No había terminado cuando me pasaron otra vez el cigarro, que ya iba camino de quemar el filtro.


- Bueno, nos bajamos con los patines y luego subimos un poco antes para terminar las camas y lavarnos antes de bajar a los comedores a cenar ¿...o que? – dijo kike mientras se dirigía patines en mano hacia el pasillo.


- ¡¡¡ Venga vamos...!!! – corearon algunos de los presentes cuando a empujones abandonaban la habitación.


- ¡¡¡ Esperadme...!!! – grite dejando, a toda prisa, de hacer la cama y cogiendo mis patines que los había dejado encima de mi taquilla.


Bajamos las escaleras de dos en dos y de tres en tres, como cabras en el monte. A punto de chocarnos en algún descansillo con los que subían maleta en mano. Eran compañeros de otras provincias que seguían llegando.


- ¡¡¡ Estáis locos...!!! ¡Un poquito de cuidado...!


En un santiamén estábamos en las pistas de deporte. Sentados en un banco atándonos los patines.


Las horas pasaron volando, entre carreras, giros a derecha e izquierda, tratando de conseguir el mas difícil todavía.


- ¿Qué hora es?


- ...Hora de ir a la habitación para bajar a la cena.


Entre risas y comentarios de lo bien que lo habíamos pasado y la de horas que le íbamos a dedicar a nuestros patines, llegamos a la escalera de los dormitorios. A la entrada, donde se arremolinaban un montos de alumnos con cara de sorpresa y murmurando no sabíamos que.


- ¿Qué ha pasado...?


- ¿Qué ha pasado? ¡¡¡que se ha quemado una habitación!!!


- ¿Cómo que se ha quemado una habitación?


- Si, se ha quemado una de las del final y se ha llenado todo el dormitorio de humo. Nos han sacado a todos de las habitaciones y nos mandaron bajar.


A mi se me salió la sangre del cuerpo. Era una de esas veces que sin que nadie te diga nada, sin llegar a ver nada, sabes que lo que esta pasando va contigo. Si alguien me hubiese pinchado, seguro que no me sale ni una gota.


En medio de tanto murmullo y tanta confusión, apareció el Director del colegio con dos educadores bajando la escalera. La cara de circunstancia y con gesto de pocos amigos.


- ¿Están por aquí los componentes de la habitación 23...? – Pregunto el Director a la par que nos tenían visualmente localizados- ¡Hagan el favor de subir para el dormitorio!


El Director y uno de los educadores se dieron la vuelta y fueron los primeros en comenzar a subir. Nosotros, objetivo de todas las miradas, nos abrimos hueco entre los corrillos y les seguimos escaleras arriba.


Al llegar a los últimos tramos de escalera, antes de alcanzar el descansillo de entrada, se respiraba un fortísimo olor a quemado.


Con la ventaja que nos sacaba, llego el Director y el educador a la entrada de nuestra habitación donde se quedaron parados, mirándonos con cara de verdadero enfado. Al instante llegábamos nosotros: Jesús, Enrique y yo, siguiendo sus pasos y con cara de susto... como si no supiésemos que había pasado. Nos quedamos parados al llegar a su altura, esperando acontecimientos...


- Me imagino que son conscientes de la gravedad de la situación. Han estado a punto de producir un incendio de gravísimas consecuencias. ¡De quemar los dormitorios! – la voz del Director era grave y el tono no podía mostrar mas enfado - ¡No solo se atreven a tener tabaco que es algo prohibido, si no que además fuman en la habitación... delante de mis narices...!


No termino la frase cuando empezó a soltar un guantazo a cada uno, que hizo que diéramos un traspiés de la posición en la que estábamos. Escuchando con cara de no lo volveremos a hacer...


- Cuando sus vecinos de habitación se han dado cuenta y nos han avisado, el humo invadía totalmente las habitaciones y el pasillo. ¡Han podido asfixiar e incluso quemar a sus compañeros...! – hizo un pequeño paro mirándonos fijamente uno a uno a los ojos- ¿A ustedes les da Igual...? ¿Verdad?... Ustedes son los gallitos del corral...


Sin parar de hablar, garrándonos por uno de los hombros y con la ayuda del educador que presenciaba la situación, nos metió dentro de la habitación.


-...¿Quién duerme en esa cama...? – pregunto señalando el colchón que seguía dejando escapar un hilo de humo, por una de sus esquinas que aparecía totalmente quemada.


El silencio duraba algo mas de lo razonable.


- ¿No es de nadie? – Volvió a preguntar el Director – Nadie se ha dejado esa colilla encima del colchón...


Seguía mirándonos fijamente a los tres, mientras señalaba con su dedo índice el filtro carbonizado que se encontraba en la base de la ventana a la espera de una respuesta.


-... Ahí duermo yo... – dije con voz de no haber roto un plato en mi vida y tratando de pedir perdón con la entonación.


- ¡Ahí duermo yo...! – balbuceo burlándose de mi el Director a la vez que me llevaba el segundo guantazo. Este con mas fuerza y rabia que el anterior - ¡Ahí duermo yo...! ¡Ahí vas a dormir hasta que yo te diga!. Vas a dormir en el colchón quemado y ya hablaremos con mas calma de todo esto. ¡De esta falta grave!. Ahora vayan dándome el tabaco que hayan traído.


Ya caliente, con el carrillo colorado y un oído que no paraba de zumbarme, estuve rápido. Me adelante y sacándome a toda prisa el paquete que llevaba escondido en los calcetines, lo extendí hacia el Director que lo tomo de mala gana continuando con su tono de voz elevado.


- ¡He dicho todo el tabaco que tengan!


Su mirada desafiante, recorrió nuestros ojos y las taquillas. El paquete que yo le había entregado, no le parecía suficiente.


Enrique saco un paquete que había dejado en su maleta y Jesús otro que llevaba en los calcetines. No era todo lo que habíamos traído, pero fue suficiente para calmar al Director.


- En esto se gastan el dinero que ganan sus padres... ¡Vergüenza les tendría que dar!. Ya veremos que dicen en sus casas cuando lo sepan.


Dio media vuelta y salió de la habitación seguido del educador que lo acompañaba.


Nos miramos en silencio, respirando el tremendo olor a humo. Acabábamos de llegar y ya la habíamos liado.



( Continuara...)


4 comentarios:

  1. Yo si imagino la cara de no haber roto nunca un plato, porque tú siempre has tenido cara de bueno, menudo susto nada más llegar, pero a pesar de eso ya fumariais unos cuantos más a lo largo del curso, porque los de la 23, me da la impresión que erais buenas piezas-
    Me ha hecho ilusión volver a leer otro capitulo, espero que no nos hagas esperar tanto para el próximo

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  2. los de la celda 23,fichaos pa los restos,vaya movida

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  3. jajajaja no me imagino al viejito entregando su tabako al director juju! una kara de asustao seguro!

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  4. Cuanto le ha gustado estar en todos los fregaos,tuvo poco en el azul, los leones y demaás,y el tio continuja yo creo que le iba la marcha, este capitulo seria "LA HOSTIA EN LA CELDA 23". XDXDXD

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